LECTURA 5
PLATERO

Aquella tarde, llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él. No tuve tiempo de evitarlo. El pobre, con el tiro en la barriga, se volvió rápidamente un momento, dio un aullido, y cayó muerto bajo un árbol.
Platero miraba el perro fijamente, levantando la cabeza. Diana, temblando, andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizás, daba largas razones no sabía a quién. Un velo parecía poner de luto el sol; un velo grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro muerto. (Juan Ramón Jiménez)
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